Un
sacerdote que dejaba mucho que desear fue asignado a un lugar de forajidos y
personas de vida inestable; pasado un tiempo, como todo parecía normal, fue un
enviado del clero a hacerle una visita el cura lo invita al recinto porque ya
es hora de misa; al terminar esta, se acerca al arzobispo y le pregunta:
-¿Qué tal le pareció mi homilía?
-Estuvo bien, pero hay varios puntos en los que no estoy de acuerdo:
Caín
mató a Abel con una quijada, no le partió su madre, Eva le ofreció a Adán una
manzana, no las nalgas, además a los egipcios los arropó el mar rojo, no se los
llevo la chingada como usted le dijo a sus feligreses, por otra parte María
Magdalena fue una mujer que se dedicó a la mala vida, no una pinche puta, además
yo soy el Arzobispo Raymondy enviado del Vaticano, no un cabrón mitotero.
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