Pitonisas
y adivinos
Un adivino le dijo a un
hombre: “Eres incapaz de tener hijos”. Cuando el hombre contestó que tenía 7,
el vidente respondió: “Ah, ¿si? Fíjate bien en ellos”
Un hombre fue a ver a
una pitonisa para preguntarle por la salud de su familia. La pitonisa contestó:
“todos están bien, sobre todo tu padre”. El hombre le dijo que su padre llevaba
diez años muertos, y el adivino dijo: “No tienes ni idea de quién es tu
verdadero padre”
Una madre llevó a su
hijo enfermo a un vidente. Le leyó el futuro y le dijo que no se preocupase que
tenía muchos años por delante, y le pidió que le pagase sus honorarios. Cuando
la madre dijo, “mañana se los pagaré”, el vidente, contrariado, respondió:
“Pero, ¿y si el niño muere durante la noche y pierdo mis honorarios?”
Machistas
y misóginos
Un misógino asiste al
entierro de su mujer. Alguien le pregunta: “¿Quién descansa aquí?” El viudo
responde: “¡Yo, ahora que me he librado de ella!”
Cuando un misógino
enfermó, su esposa le dijo: “Si te mueres, me suicido”; el enfermo alzó la
vista y le dijo: “Hazme un favor y suicídate mientras que todavía estoy vivo”
Tontos
e idiotas
[en esta época los
abderitas (habitantes de Abdera, Tracia) tenían fama de tontos, algo así como los gallegos]
Un abderita soñó que
pisaba un clavo. Al despertar, se vendó el pie. Un colega lo vio y le preguntó
qué hacía. Al oír la explicación, dijo: “¡No me extraña que te digan tonto!
¿Cómo se te ocurre dormir descalzo?”
Un abderita se acuesta
con su abuela, es sorprendido por su padre y recibe una paliza. El abderita,
entre sollozos, se queja: “¡Tú te has acostado con mi madre muchas veces y yo
no digo nada! ¿Por qué me pegas por acostarme una sola vez con la tuya?”
A un abderita le
extirpan la campanilla y el médico le ordena que no hable. Así, cuando alguien
le saluda, es su esclavo quien responde. Luego él, les dice: “No te ofendas; es
que el médico me ha prohibido hablar”
Un abderita vió a un
eunuco hablando con una mujer y le preguntó si era su esposa. El eunuco
contestó que era un eunuco, y por tanto no tenía mujer. El abderite preguntó:
“Ah, entonces, ¿es tu hija?”
Un abderita siguió la
costumbre e incineró a su padre muerto. Él corrió a su casa y le dijo a su
madre enferma: “Todavía quedan algunos troncos por quemar. Si quieres dejar de
sufrir, los aprovechamos y te incinero con ellos”
Filósofos
y eruditos
Un filósofo se
encontraba frente a un pozo en una casa en el campo y preguntó si el agua era
potable. El campesino le dijo que sí,
que sus padres ya habían bebido del pozo. El filósofo, sorprendido, dijo: ¡Qué
largos debían ser sus cuellos si podían beber de un sitio tan profundo!
Un erudito fue a
visitar a un amigo que estaba muy enfermo. Su mujer le dijo que su marido “ya
se había marchado”. El erudito le contestó: “Cuando vuelva, ¿le puedes decir
que he pasado a verle?”
Un amigo le dijo a un
filósofo: “¡Felicidades! He oído que tu mujer acaba de tener un hijo”. El
filósofo, con cara de pocos amigos, le contestó: “Si, gracias a amigos como
tú”.
Un erudito compró unos
pantalones, pero no podía ponérselos porque le iban muy apretados. Así que se
depiló las piernas.
Mal
aliento
Un hombre con mal
aliento preguntó a su esposa: “¿por qué me odias?” Y ella respondió: “Porque me
amas”
Un actor que era un
bromista era amado por dos mujeres, una con mal aliento y la otro con axilas
hediondas. Una le dijo: “Dame un beso”. Y la otra: “Dame un abrazo”. El actor
declamó: “¿Qué debo hacer? Estoy entre dos males”
Varios
Un hombre en el médico:
“Doctor, cuando me levanto estoy mareado, pero media hora después ya estoy
bien”. El doctor le recomienda: “Pues levántese media hora más tarde”.
Un hombre pregunta a su
mujer libidinosa: “¿Qué hacemos, cariño? ¿Comer o fornicar?”. A lo que su mujer
contestó: “Lo que quieras, pero no tenemos ni una miga de pan”.
Un hombre joven atendía
a una mujer y le dijo a sus dos esclavos: “Que uno le traiga una bebida a la
señorita y el otro le haga el amor”. La mujer respondió: “No tengo sed”
Cuando un bromista vio a
un proxeneta alquilar los servicios de una prostituta negra, le preguntó:
“¿Cuál es su tarifa para la noche?”
Un hombre lleva el
cuerpo de su padre muerto a los embalsamadores egipcios en Alejandría. Cuando
va a recuperarlo, el embalsamador, que tiene varios cuerpos, le pregunta si su
padre tenía señales particulares que lo identifiquen. “Una tos fuerte”, responde
el hijo.